Un oasis hecho de canciones

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Por: Antonio López Sánchez

El seguimiento noticioso de un hecho, cualquiera que este sea, es una premisa del trabajo periodístico. Lograr esa continuidad resulta muy reconfortante para cualquier periodista. Si además, en el caso de los escribas que no movemos en predios musicales y de la cultura, el seguimiento trae aparejadas las satisfacciones de constatar avances y logros de alguna figura, la recompensa resulta mayor.
Hace alrededor de tres años, reseñaba este redactor la primera grabación de la joven cantante santiaguera Giselle Lage Gil. Un fonograma con aires troveros, aunque con horizontes abiertos a varios géneros de la canción, y con la presencia en la guitarra de ese grande que es Gabino Jardines. Como subrayado de la solidez e intenciones de la artista, decía por entonces en aquel texto, destacaba la selección de autorías, todos nombres de la más alta canción cubana y latinoamericana.
Ahora, otro disco marca nuevos pasos en la carrera de esta intérprete. El álbum se aventura también hacia horizontes mayores.

Enamorada de la música

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Joven y talentosa son dos palabras que describen muy bien a la joven cantante Giselle Lage. Santiaguera de pura cepa, es miembro de la Asociación Hermanos Saíz e integra el prestigioso catálogo de la Empresa Comercializadora de la Música y los Espectáculos “Miguel Matamoros”, de Santiago de Cuba.

Para conocer detalles de su trayectoria musical, Sierra Maestra conversó con una de las intérpretes que en la actualidad defiende con mayor arraigo las raíces musicales de esta ciudad.

Giselle Lage: una voz que acaricia el oído

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Giselle Lage no canta. Ella hace mucho más pues enamora con su voz y acaricia el oído.

Quien la ve, con su menuda figura y no de gran tamaño, no imagina que sea capaz de llenar un escenario, cautivar al público y hacerlos sus cómplices. Con el micrófono en la mano, se convierte en una reina.

El vigor de la canción

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Resulta casi un imposible, y que ocurre con mucha más frecuencia de lo que deseamos, el develar las novedades sonoras que acontecen más allá de los predios capitalinos. Los consabidos problemas objetivos y subjetivos (más lo primero que lo segundo y también viceversa, diría Benedetti), nos impiden a menudo hacer salir a la luz de los medios nacionales los no pocos brillos que atesoran las provincias.

Si usted pasa por Santiago de Cuba y puede darse un salto por alguna de las peñas que allí acontecen, en especial alguna ligada a la buena canción, no deje de escuchar a Giselle Lage Gil. Todavía parece una adolescente, de figura esbelta y una apariencia casi frágil, que sus ojos grandes y serios desmienten de inmediato. Pero, mejor, espere a que cante. Entonces descubrirá una voz hermosa, un sonido donde se notan ya el rigor y el talento, y un futuro donde no faltarán mayores logros y estaturas, si tan serio camino se mantiene y cultiva como merece.